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VolverDefinitivamente mi papá es inmortal: Juancho Rois Dereix
Fuente: Boletín de prensa | Fecha: 2013-11-20 | Visitas: 36459
Relato de un hijo que ama a su padre sin haberlo conocido. Ese insigne acordeonero nacido en San Juan del Cesar que falleció hoy hace 19 años.
Llegó puntual a la cita. Vestido de blanco y con zapatos rojos. Sonreía y llamaba la atención por sus 1.85 de estatura y su desbordada amabilidad.
Sabía que llegaba a hablar del hombre que no conoció, pero de quien lleva sus mismos nombres y primer apellido. Llegaba para hablar de su papá, Juan Humberto Rois Zúñiga, a quien todos conocieron como Juancho.
No muy bien se sentó, dijo que estaba orgulloso de ser hijo de Juancho Rois porque su mamá Jenny Dereix le contó en detalle lo mucho que lo amó, y porque antes de nacer le había comprado regalos para recibirlo con todos los honores de un primogénito. Expresó que conocía en detalle lo sucedido el 21 de noviembre de 1994, cuando el gran acordeonero falleció en Venezuela.
El día que su padre murió, su mamá tenía tres meses y unos días de embarazo, y cuando él nació, el seis de mayo de 1995, su primer juguete fue el acordeón con el que aprendió su papá. Es diatónico, de dos hileras y de color verde. Ese acordeón, y demás objetos los tiene bien guardados porque son recuerdos muy valiosos.
Entrando en detalle, Juancho Rois Dereix dijo que “Gracias a Dios que con el paso de los años he tenido buenas relaciones con las amistades que tuvo mi papá, y además, mi mamá y mis familiares nunca me han negado nada. He conocido todo sobre su vida y obra musical. He escuchado los trabajos discográficos que grabó y he observado la mayoría de videos. He sabido de sus parrandas, presentaciones, anécdotas y vivencias”.
Hace una parada para escarbar en los recuerdos y continúa: “Todo lo de mi papá me despierta curiosidad, porque no tuve la dicha de conocerlo; a veces uno hace cosas que son hereditarias y las personas se sorprenden, especialmente ser dedicado, decir mentirillas piadosas y exageraciones con las comidas”.
Atrapado en la telaraña de los recuerdos dice que lo que más admira de su papá, sobre todo lo que le han narrado, es “su sencillez, su humildad, su estilo para tocar el acordeón y el cariño de la gente, que a pesar del tiempo no se ha perdido. Así me lo hacen saber en cada lugar al que llego, especialmente en su tierra, San Juan del Cesar”.
En medio de la charla se le hace escuchar la canción "Gracias a Dios", donde canta Diomedes Díaz y Juancho Rois interpreta el acordeón con una majestuosidad musical, y es entonces cuando expresa: “Su creatividad e imaginación eran innatas. Tenía un gran talento para innovar con el acordeón, cosa que en esa época nadie había hecho. Incluso, muchos siguen y les gusta la línea que tenía mi papá. Que pases tan preciosos”, aseguró mientras observaba la pantalla del computador con la ejecución de su progenitor.
Ganó y perdió en el Festival Vallenato
Corría el mes de abril de 1991 cuando Juancho Rois decidió ir por la corona de Rey Vallenato. Sabía que se sometía a interpretar el vallenato auténtico, pero en medio de la emoción y del respaldo del público asistente a la plaza "Alfonso López" de Valledupar se le olvidó el compromiso.
Su hijo, 22 años después, habla sobre la versión que le han contado infinidad de veces y que él mismo ha visto en videos. “Su presentación en la final del Festival Vallenato fue bárbara. Él, sabía lo que hacía, y cuando tocó "Lucero espiritual" se salió de los parámetros del concurso. Hizo lo que le gustaba e impuso su ritmo. Tocó a su estilo y eso era lo que a la gente le gustaba. Complació al público que no se cansó de ovacionarlo. La gente dice que le robaron el Festival, pero debe entenderse que en un concurso hay que atenerse a las reglas. En otras palabras, mi papá ganó y perdió, y demostró una gran calidad humana porque prestó su acordeón para que se coronara Julián Rojas”.
En medio de las ejecuciones del acordeón de su padre, las que escucha muy a menudo en las distintas grabaciones que dejó, confiesa que no siguió esa línea musical y lo esbozó en pocas palabras.
“La verdad es que tocar el acordeón no es que me llame mucho la atención, pero el vallenato me encanta, me fascinan sus historias. Hace unos años yo empecé a tocar pero me alejé, porque pensé en la grandeza de mi papá, que ha sido lo mejor que ha tenido el vallenato, y seguramente me iban a comparar con él. Mejor me quedo con mis gustos por el ganado, los caballos y los gallos”.
En ese recuento del paso de su padre por el mundo vallenato, Juancho Rois Dereix sentó cátedra sobre los cantantes a quienes moldeó su voz con el acordeón.
“Para mí, Jorge Oñate jugó un papel trascendental en la vida musical de mi papá, lograron muchos éxitos; hasta que grabó con Diomedes Díaz, donde se consagró. Como olvidar los discos "La locura" y "Título de amor", los mejores en mi concepto”. Sonrió y aseguró que otros tendrán los suyos. “Esas canciones todavía suenan en todas partes, y no como sucede ahora que son calenturas de días o meses y dejan de escucharse como por arte de magia”.
Cuando se refiere a las canciones que interpretó su papá, se le pregunta con cuáles se queda y sin pensarlo dos veces va sacando nombres que lo hacen emocionar. “Son tantas y tantas, pero me quedo con "Parranda, ron y mujer", "El desquite", "María Esther", "Gracias a Dios", "Gaviota herida", "Paisaje de sol", "Cuatro penas", "Déjenme llorar", "La piedrecita", "La contra", "A un compadre", "La gordita", "El muñeco", "El muerto borrachón", "Lucero espiritual", "El cóndor herido", "La plata", "Las notas de Juancho", y naturalmente "Por qué razón", que le dedicó a mí mamá”.
En ese momento se puso de pie, caminó de un lado a otro como paseando los recuerdos y afirmó: “Definitivamente mi papá es inmortal, cómo él no nace otro y si nace se vuelve loco, así como dijo Diomedes Díaz”.
Cantante en parrandas
A pesar de que Juancho Jr. dejó a un lado el acordeón, le gustan las parrandas y es en ese escenario donde saca a relucir su talento como cantante. Al indagarle sobre esos momentos de alegría musical expresó: “Estando con la novia y los amigos, uno se pega sus emocionadas, tira un versito y comienza a cantar. Eso lo hago cuando la ocasión lo amerita”. Y la ocasión así lo quiso. Entonces, le pide a Mélida Andrea Galvis Lafont, reina infantil del Festival de la Leyenda Vallenata, que tomé su acordeón y comenzó a cantar:
Me nació del alma esta inspiración
porque yo deseaba que fuera así.
Porque desde el día en que te conocí
llegaste de frente a mi corazón,
por eso quería hacerte una canción
que fuera bonita así como tú.
En medio del trance del ayer, de la ejecución de las notas que identificaron a Juancho Rois Zúñiga y de su canto pausado, la alegría era tan inmensa como aquella vez que dos amores se unieron por poco tiempo para darle la vida a éste ser que en próximos días será bachiller y comenzará su carrera de derecho.
Hoy, a sus 18 años, "El Retoñito", como lo llamó Diomedes Díaz en la canción "Aunque no quieran", dice que tiene tantos y tantos recuerdos de su papá, entre ellos su cédula de ciudadanía y el diploma del colegio. También que siente su presencia cuando viaja de Montería a San Juan del Cesar, y su abuela Dalia Zúñiga no se cansa de contarle historias y mostrarle fotos de ese Juancho que lleva en el corazón. “Ella, me besa, me abraza y soy ese hijo que ya no está, su segundo Juancho. Soy la locura para mi abuela”.
Al final, sorprende con una declaración: “Yo merecí conocer a mi papá, y si tuviera la oportunidad de hacerle una petición a Dios, es que me lo devuelva por unos segundos para que me dé el beso y el abrazo que me quedó debiendo cuando nací”. Entonces, varias lágrimas visitaron su rostro y le borraron la sonrisa que tenía desde que llegó…
Por Juan Rincón Vanegas
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Definitivamente mi papá es inmortal: Juancho Rois Dereix
Fuente: Boletín de prensa | Fecha: 2013-11-20 | Visitas: 36459
Relato de un hijo que ama a su padre sin haberlo conocido. Ese insigne acordeonero nacido en San Juan del Cesar que falleció hoy hace 19 años.
Llegó puntual a la cita. Vestido de blanco y con zapatos rojos. Sonreía y llamaba la atención por sus 1.85 de estatura y su desbordada amabilidad.
Sabía que llegaba a hablar del hombre que no conoció, pero de quien lleva sus mismos nombres y primer apellido. Llegaba para hablar de su papá, Juan Humberto Rois Zúñiga, a quien todos conocieron como Juancho.
No muy bien se sentó, dijo que estaba orgulloso de ser hijo de Juancho Rois porque su mamá Jenny Dereix le contó en detalle lo mucho que lo amó, y porque antes de nacer le había comprado regalos para recibirlo con todos los honores de un primogénito. Expresó que conocía en detalle lo sucedido el 21 de noviembre de 1994, cuando el gran acordeonero falleció en Venezuela.
El día que su padre murió, su mamá tenía tres meses y unos días de embarazo, y cuando él nació, el seis de mayo de 1995, su primer juguete fue el acordeón con el que aprendió su papá. Es diatónico, de dos hileras y de color verde. Ese acordeón, y demás objetos los tiene bien guardados porque son recuerdos muy valiosos.
Entrando en detalle, Juancho Rois Dereix dijo que “Gracias a Dios que con el paso de los años he tenido buenas relaciones con las amistades que tuvo mi papá, y además, mi mamá y mis familiares nunca me han negado nada. He conocido todo sobre su vida y obra musical. He escuchado los trabajos discográficos que grabó y he observado la mayoría de videos. He sabido de sus parrandas, presentaciones, anécdotas y vivencias”.
Hace una parada para escarbar en los recuerdos y continúa: “Todo lo de mi papá me despierta curiosidad, porque no tuve la dicha de conocerlo; a veces uno hace cosas que son hereditarias y las personas se sorprenden, especialmente ser dedicado, decir mentirillas piadosas y exageraciones con las comidas”.
Atrapado en la telaraña de los recuerdos dice que lo que más admira de su papá, sobre todo lo que le han narrado, es “su sencillez, su humildad, su estilo para tocar el acordeón y el cariño de la gente, que a pesar del tiempo no se ha perdido. Así me lo hacen saber en cada lugar al que llego, especialmente en su tierra, San Juan del Cesar”.
En medio de la charla se le hace escuchar la canción "Gracias a Dios", donde canta Diomedes Díaz y Juancho Rois interpreta el acordeón con una majestuosidad musical, y es entonces cuando expresa: “Su creatividad e imaginación eran innatas. Tenía un gran talento para innovar con el acordeón, cosa que en esa época nadie había hecho. Incluso, muchos siguen y les gusta la línea que tenía mi papá. Que pases tan preciosos”, aseguró mientras observaba la pantalla del computador con la ejecución de su progenitor.
Ganó y perdió en el Festival Vallenato
Corría el mes de abril de 1991 cuando Juancho Rois decidió ir por la corona de Rey Vallenato. Sabía que se sometía a interpretar el vallenato auténtico, pero en medio de la emoción y del respaldo del público asistente a la plaza "Alfonso López" de Valledupar se le olvidó el compromiso.
Su hijo, 22 años después, habla sobre la versión que le han contado infinidad de veces y que él mismo ha visto en videos. “Su presentación en la final del Festival Vallenato fue bárbara. Él, sabía lo que hacía, y cuando tocó "Lucero espiritual" se salió de los parámetros del concurso. Hizo lo que le gustaba e impuso su ritmo. Tocó a su estilo y eso era lo que a la gente le gustaba. Complació al público que no se cansó de ovacionarlo. La gente dice que le robaron el Festival, pero debe entenderse que en un concurso hay que atenerse a las reglas. En otras palabras, mi papá ganó y perdió, y demostró una gran calidad humana porque prestó su acordeón para que se coronara Julián Rojas”.
En medio de las ejecuciones del acordeón de su padre, las que escucha muy a menudo en las distintas grabaciones que dejó, confiesa que no siguió esa línea musical y lo esbozó en pocas palabras.
“La verdad es que tocar el acordeón no es que me llame mucho la atención, pero el vallenato me encanta, me fascinan sus historias. Hace unos años yo empecé a tocar pero me alejé, porque pensé en la grandeza de mi papá, que ha sido lo mejor que ha tenido el vallenato, y seguramente me iban a comparar con él. Mejor me quedo con mis gustos por el ganado, los caballos y los gallos”.
En ese recuento del paso de su padre por el mundo vallenato, Juancho Rois Dereix sentó cátedra sobre los cantantes a quienes moldeó su voz con el acordeón.
“Para mí, Jorge Oñate jugó un papel trascendental en la vida musical de mi papá, lograron muchos éxitos; hasta que grabó con Diomedes Díaz, donde se consagró. Como olvidar los discos "La locura" y "Título de amor", los mejores en mi concepto”. Sonrió y aseguró que otros tendrán los suyos. “Esas canciones todavía suenan en todas partes, y no como sucede ahora que son calenturas de días o meses y dejan de escucharse como por arte de magia”.
Cuando se refiere a las canciones que interpretó su papá, se le pregunta con cuáles se queda y sin pensarlo dos veces va sacando nombres que lo hacen emocionar. “Son tantas y tantas, pero me quedo con "Parranda, ron y mujer", "El desquite", "María Esther", "Gracias a Dios", "Gaviota herida", "Paisaje de sol", "Cuatro penas", "Déjenme llorar", "La piedrecita", "La contra", "A un compadre", "La gordita", "El muñeco", "El muerto borrachón", "Lucero espiritual", "El cóndor herido", "La plata", "Las notas de Juancho", y naturalmente "Por qué razón", que le dedicó a mí mamá”.
En ese momento se puso de pie, caminó de un lado a otro como paseando los recuerdos y afirmó: “Definitivamente mi papá es inmortal, cómo él no nace otro y si nace se vuelve loco, así como dijo Diomedes Díaz”.
Cantante en parrandas
A pesar de que Juancho Jr. dejó a un lado el acordeón, le gustan las parrandas y es en ese escenario donde saca a relucir su talento como cantante. Al indagarle sobre esos momentos de alegría musical expresó: “Estando con la novia y los amigos, uno se pega sus emocionadas, tira un versito y comienza a cantar. Eso lo hago cuando la ocasión lo amerita”. Y la ocasión así lo quiso. Entonces, le pide a Mélida Andrea Galvis Lafont, reina infantil del Festival de la Leyenda Vallenata, que tomé su acordeón y comenzó a cantar:
Me nació del alma esta inspiración
porque yo deseaba que fuera así.
Porque desde el día en que te conocí
llegaste de frente a mi corazón,
por eso quería hacerte una canción
que fuera bonita así como tú.
En medio del trance del ayer, de la ejecución de las notas que identificaron a Juancho Rois Zúñiga y de su canto pausado, la alegría era tan inmensa como aquella vez que dos amores se unieron por poco tiempo para darle la vida a éste ser que en próximos días será bachiller y comenzará su carrera de derecho.
Hoy, a sus 18 años, "El Retoñito", como lo llamó Diomedes Díaz en la canción "Aunque no quieran", dice que tiene tantos y tantos recuerdos de su papá, entre ellos su cédula de ciudadanía y el diploma del colegio. También que siente su presencia cuando viaja de Montería a San Juan del Cesar, y su abuela Dalia Zúñiga no se cansa de contarle historias y mostrarle fotos de ese Juancho que lleva en el corazón. “Ella, me besa, me abraza y soy ese hijo que ya no está, su segundo Juancho. Soy la locura para mi abuela”.
Al final, sorprende con una declaración: “Yo merecí conocer a mi papá, y si tuviera la oportunidad de hacerle una petición a Dios, es que me lo devuelva por unos segundos para que me dé el beso y el abrazo que me quedó debiendo cuando nací”. Entonces, varias lágrimas visitaron su rostro y le borraron la sonrisa que tenía desde que llegó…
Por Juan Rincón Vanegas
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Definitivamente mi papá es inmortal: Juancho Rois Dereix
Fuente: Boletín de prensa | Fecha: 2013-11-20 | Visitas: 36459
Relato de un hijo que ama a su padre sin haberlo conocido. Ese insigne acordeonero nacido en San Juan del Cesar que falleció hoy hace 19 años.
Llegó puntual a la cita. Vestido de blanco y con zapatos rojos. Sonreía y llamaba la atención por sus 1.85 de estatura y su desbordada amabilidad.
Sabía que llegaba a hablar del hombre que no conoció, pero de quien lleva sus mismos nombres y primer apellido. Llegaba para hablar de su papá, Juan Humberto Rois Zúñiga, a quien todos conocieron como Juancho.
No muy bien se sentó, dijo que estaba orgulloso de ser hijo de Juancho Rois porque su mamá Jenny Dereix le contó en detalle lo mucho que lo amó, y porque antes de nacer le había comprado regalos para recibirlo con todos los honores de un primogénito. Expresó que conocía en detalle lo sucedido el 21 de noviembre de 1994, cuando el gran acordeonero falleció en Venezuela.
El día que su padre murió, su mamá tenía tres meses y unos días de embarazo, y cuando él nació, el seis de mayo de 1995, su primer juguete fue el acordeón con el que aprendió su papá. Es diatónico, de dos hileras y de color verde. Ese acordeón, y demás objetos los tiene bien guardados porque son recuerdos muy valiosos.
Entrando en detalle, Juancho Rois Dereix dijo que “Gracias a Dios que con el paso de los años he tenido buenas relaciones con las amistades que tuvo mi papá, y además, mi mamá y mis familiares nunca me han negado nada. He conocido todo sobre su vida y obra musical. He escuchado los trabajos discográficos que grabó y he observado la mayoría de videos. He sabido de sus parrandas, presentaciones, anécdotas y vivencias”.
Hace una parada para escarbar en los recuerdos y continúa: “Todo lo de mi papá me despierta curiosidad, porque no tuve la dicha de conocerlo; a veces uno hace cosas que son hereditarias y las personas se sorprenden, especialmente ser dedicado, decir mentirillas piadosas y exageraciones con las comidas”.
Atrapado en la telaraña de los recuerdos dice que lo que más admira de su papá, sobre todo lo que le han narrado, es “su sencillez, su humildad, su estilo para tocar el acordeón y el cariño de la gente, que a pesar del tiempo no se ha perdido. Así me lo hacen saber en cada lugar al que llego, especialmente en su tierra, San Juan del Cesar”.
En medio de la charla se le hace escuchar la canción "Gracias a Dios", donde canta Diomedes Díaz y Juancho Rois interpreta el acordeón con una majestuosidad musical, y es entonces cuando expresa: “Su creatividad e imaginación eran innatas. Tenía un gran talento para innovar con el acordeón, cosa que en esa época nadie había hecho. Incluso, muchos siguen y les gusta la línea que tenía mi papá. Que pases tan preciosos”, aseguró mientras observaba la pantalla del computador con la ejecución de su progenitor.
Ganó y perdió en el Festival Vallenato
Corría el mes de abril de 1991 cuando Juancho Rois decidió ir por la corona de Rey Vallenato. Sabía que se sometía a interpretar el vallenato auténtico, pero en medio de la emoción y del respaldo del público asistente a la plaza "Alfonso López" de Valledupar se le olvidó el compromiso.
Su hijo, 22 años después, habla sobre la versión que le han contado infinidad de veces y que él mismo ha visto en videos. “Su presentación en la final del Festival Vallenato fue bárbara. Él, sabía lo que hacía, y cuando tocó "Lucero espiritual" se salió de los parámetros del concurso. Hizo lo que le gustaba e impuso su ritmo. Tocó a su estilo y eso era lo que a la gente le gustaba. Complació al público que no se cansó de ovacionarlo. La gente dice que le robaron el Festival, pero debe entenderse que en un concurso hay que atenerse a las reglas. En otras palabras, mi papá ganó y perdió, y demostró una gran calidad humana porque prestó su acordeón para que se coronara Julián Rojas”.
En medio de las ejecuciones del acordeón de su padre, las que escucha muy a menudo en las distintas grabaciones que dejó, confiesa que no siguió esa línea musical y lo esbozó en pocas palabras.
“La verdad es que tocar el acordeón no es que me llame mucho la atención, pero el vallenato me encanta, me fascinan sus historias. Hace unos años yo empecé a tocar pero me alejé, porque pensé en la grandeza de mi papá, que ha sido lo mejor que ha tenido el vallenato, y seguramente me iban a comparar con él. Mejor me quedo con mis gustos por el ganado, los caballos y los gallos”.
En ese recuento del paso de su padre por el mundo vallenato, Juancho Rois Dereix sentó cátedra sobre los cantantes a quienes moldeó su voz con el acordeón.
“Para mí, Jorge Oñate jugó un papel trascendental en la vida musical de mi papá, lograron muchos éxitos; hasta que grabó con Diomedes Díaz, donde se consagró. Como olvidar los discos "La locura" y "Título de amor", los mejores en mi concepto”. Sonrió y aseguró que otros tendrán los suyos. “Esas canciones todavía suenan en todas partes, y no como sucede ahora que son calenturas de días o meses y dejan de escucharse como por arte de magia”.
Cuando se refiere a las canciones que interpretó su papá, se le pregunta con cuáles se queda y sin pensarlo dos veces va sacando nombres que lo hacen emocionar. “Son tantas y tantas, pero me quedo con "Parranda, ron y mujer", "El desquite", "María Esther", "Gracias a Dios", "Gaviota herida", "Paisaje de sol", "Cuatro penas", "Déjenme llorar", "La piedrecita", "La contra", "A un compadre", "La gordita", "El muñeco", "El muerto borrachón", "Lucero espiritual", "El cóndor herido", "La plata", "Las notas de Juancho", y naturalmente "Por qué razón", que le dedicó a mí mamá”.
En ese momento se puso de pie, caminó de un lado a otro como paseando los recuerdos y afirmó: “Definitivamente mi papá es inmortal, cómo él no nace otro y si nace se vuelve loco, así como dijo Diomedes Díaz”.
Cantante en parrandas
A pesar de que Juancho Jr. dejó a un lado el acordeón, le gustan las parrandas y es en ese escenario donde saca a relucir su talento como cantante. Al indagarle sobre esos momentos de alegría musical expresó: “Estando con la novia y los amigos, uno se pega sus emocionadas, tira un versito y comienza a cantar. Eso lo hago cuando la ocasión lo amerita”. Y la ocasión así lo quiso. Entonces, le pide a Mélida Andrea Galvis Lafont, reina infantil del Festival de la Leyenda Vallenata, que tomé su acordeón y comenzó a cantar:
Me nació del alma esta inspiración
porque yo deseaba que fuera así.
Porque desde el día en que te conocí
llegaste de frente a mi corazón,
por eso quería hacerte una canción
que fuera bonita así como tú.
En medio del trance del ayer, de la ejecución de las notas que identificaron a Juancho Rois Zúñiga y de su canto pausado, la alegría era tan inmensa como aquella vez que dos amores se unieron por poco tiempo para darle la vida a éste ser que en próximos días será bachiller y comenzará su carrera de derecho.
Hoy, a sus 18 años, "El Retoñito", como lo llamó Diomedes Díaz en la canción "Aunque no quieran", dice que tiene tantos y tantos recuerdos de su papá, entre ellos su cédula de ciudadanía y el diploma del colegio. También que siente su presencia cuando viaja de Montería a San Juan del Cesar, y su abuela Dalia Zúñiga no se cansa de contarle historias y mostrarle fotos de ese Juancho que lleva en el corazón. “Ella, me besa, me abraza y soy ese hijo que ya no está, su segundo Juancho. Soy la locura para mi abuela”.
Al final, sorprende con una declaración: “Yo merecí conocer a mi papá, y si tuviera la oportunidad de hacerle una petición a Dios, es que me lo devuelva por unos segundos para que me dé el beso y el abrazo que me quedó debiendo cuando nací”. Entonces, varias lágrimas visitaron su rostro y le borraron la sonrisa que tenía desde que llegó…
Por Juan Rincón Vanegas