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Calixto Ochoa, el juglar de Los sabanales

Fuente: ElEspectador.com | Fecha: 2012-03-16 | Visitas: 5157

Calixto Ochoa, el juglar de Los sabanales

El cantante y acordeonero nacido en Valencia de Jesús (Cesar) se recupera de los quebrantos de salud que lo mantuvieron hospitalizado durante 45 días.

Calixto Ochoa estaba invitado al lanzamiento del Festival de la Leyenda Vallenata, pero por orden médica no podrá asistir.

Calixto Ochoa confiesa que una de las medicinas más efectivas en la actualidad no se toma en cápsula ni en jarabe. La dosis exacta ha sido saber que será uno de los personajes principales en el Festival de la Leyenda Vallenata, en su edición número 45. En este momento se recupera en su casa para asistir a Valledupar, entre el 27 de abril y el 1º de mayo, y escuchar algunas de sus más importantes creaciones en las voces de jóvenes que han hecho grande el género.

Para participar de esa fiesta, al juglar le tocó decir que no a otra invitación muy tentadora: estar en el Teatro Julio Mario Santo Domingo, en Bogotá, mañana y el sábado, durante el evento de lanzamiento del tradicional encuentro musical y hacer parte del selecto grupo que inclina la balanza hacia los reyes de reyes.

“Estoy juicioso haciéndome los tratamientos para ver si puedo ir a Valledupar. A Bogotá no puedo ir ya. El médico me lo tiene prohibido por el frío”, dice el maestro con una voz que evidencia el paro respiratorio que sufrió y del que se salvó gracias a los cuidados diarios de un grupo de expertos en las ciencias médicas, pero también gracias a la constancia de una experta en ternura y consentimiento, su esposa Dulzaide Bermúdez.

A ella le ha tocado estar pendiente de Calixto Antonio Ochoa y, además, le ha tocado responder gran parte de las entrevistas hechas al cantante y acordeonero nacido en Valencia de Jesús, en el departamento del Cesar, en 1934. Aprendió a tocar el instrumento mientras sus hermanos mayores se dedicaban a perfeccionar sus artes con el hacha y el machete en los infinitos sabanales que rodeaban la población.

El maestro comienza la respuesta y Dulzaide Bermúdez se encarga de darle el punto final. “Yo cogía el acordeón a escondidas cuando mis hermanos se iban a trabajar en el monte. Yo aprovechaba la ausencia de ellos para hacerme las ensayaditas. Ahí fui dándole, y poquito a poco. Ahí he aprendido bastante, creo yo”, explica él. “En esa época estaba él muy pelao y no era tan bueno. Ya se ha ido puliendo con los años”, puntualiza ella.

Después de superada la primera etapa de escarceos detrás de cualquier árbol, el juglar se acercó a la interpretación de las piezas más importantes del compositor Luis Enrique Martínez, quien estaba de moda en esa época y era la pluma consentida de todos los acordeoneros, que también eran cantantes, porque aún no se habían separado los dos roles vallenatos.

“Hace muchos años aparecieron los buenos cantantes y las personas que tocábamos el acordeón y cantábamos nos fuimos extinguiendo. Ya quedamos muy pocos. Luego se creó la moda del cantante como gran figura vallenata y eso se mantiene hasta nuestros días”, dice el artista. Su historia discográfica empezó con el tema El lirio rojo y cuando ya era un artista consolidado fue invitado por Antonio Fuentes, propietario de Discos Fuentes, para integrar el proyecto de Los Corraleros de Majagual.

Durante ese proceso fijó sus ojos en un joven irreverente y hasta irrespetuoso, pero con un talento casi inédito en las tierras caribeñas. Ese adolescente detrás del acordeón era Alfredo Gutiérrez, quien también hizo parte de la nómina de Los Corraleros de Majagual y con su voz hizo inmortal Los sabanales, una de las más queridas creaciones del juglar.

Charanga campesina, Muriendo lentamente, Listo Calixto, El yerno y la suegra, La plata y Mi color moreno, han sido algunas de las más importantes composiciones de Calixto Ochoa. Sin embargo, el maestro dice que las mejores aún no han salido al ruedo. “Hay muchas canciones mías que no han sido grabadas y eso ha sido por falta de tiempo. Desde que yo comencé a grabar, he estado muy ocupado, pero me gusta componer y hay mucho material mío que no ha sido tocado ni por Diomedes Díaz, ni por Jorge Oñate, ni por el mismo Alfredo Gutiérrez”, comenta, con la ilusión de tener el tiempo suficiente para escucharlas en una buena versión.

El Teatro Mayor está de leyenda

El Festival de la Leyenda Vallenata llega a su edición 45 rindiendo homenaje a Calixto Antonio Ochoa. Por segundo año consecutivo, el Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo será escenario del lanzamiento del evento con dos conciertos en los que participarán los reyes vallenatos 2011 en las diferentes categorías, un grupo de reyes vallenatos de años anteriores, el cantautor Gustavo Gutiérrez Cabello, la agrupación Los Niños del Vallenato de la Escuela Talento Vallenato Rafael Escalona Martínez y el Ballet Vallenato del Cesar. Algunos de los invitados serán: José María ‘Chema’ Ramos (1977), Gonzalo Arturo ‘El Cocha’ Molina (1990), Álvaro Meza Reales (2001), Navín López (2002) y Ciro Meza Reales (2003). Viernes 16 y sábado 17 de marzo, Teatro Julio Mario Santo Domingo, calle 170 Nº 67-51. Informes: 593 6300 y www.tuboleta.com.

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Calixto Ochoa, el juglar de Los sabanales

El cantante y acordeonero nacido en Valencia de Jesús (Cesar) se recupera de los quebrantos de salud que lo mantuvieron hospitalizado durante 45 días.

Calixto Ochoa estaba invitado al lanzamiento del Festival de la Leyenda Vallenata, pero por orden médica no podrá asistir.

Calixto Ochoa confiesa que una de las medicinas más efectivas en la actualidad no se toma en cápsula ni en jarabe. La dosis exacta ha sido saber que será uno de los personajes principales en el Festival de la Leyenda Vallenata, en su edición número 45. En este momento se recupera en su casa para asistir a Valledupar, entre el 27 de abril y el 1º de mayo, y escuchar algunas de sus más importantes creaciones en las voces de jóvenes que han hecho grande el género.

Para participar de esa fiesta, al juglar le tocó decir que no a otra invitación muy tentadora: estar en el Teatro Julio Mario Santo Domingo, en Bogotá, mañana y el sábado, durante el evento de lanzamiento del tradicional encuentro musical y hacer parte del selecto grupo que inclina la balanza hacia los reyes de reyes.

“Estoy juicioso haciéndome los tratamientos para ver si puedo ir a Valledupar. A Bogotá no puedo ir ya. El médico me lo tiene prohibido por el frío”, dice el maestro con una voz que evidencia el paro respiratorio que sufrió y del que se salvó gracias a los cuidados diarios de un grupo de expertos en las ciencias médicas, pero también gracias a la constancia de una experta en ternura y consentimiento, su esposa Dulzaide Bermúdez.

A ella le ha tocado estar pendiente de Calixto Antonio Ochoa y, además, le ha tocado responder gran parte de las entrevistas hechas al cantante y acordeonero nacido en Valencia de Jesús, en el departamento del Cesar, en 1934. Aprendió a tocar el instrumento mientras sus hermanos mayores se dedicaban a perfeccionar sus artes con el hacha y el machete en los infinitos sabanales que rodeaban la población.

El maestro comienza la respuesta y Dulzaide Bermúdez se encarga de darle el punto final. “Yo cogía el acordeón a escondidas cuando mis hermanos se iban a trabajar en el monte. Yo aprovechaba la ausencia de ellos para hacerme las ensayaditas. Ahí fui dándole, y poquito a poco. Ahí he aprendido bastante, creo yo”, explica él. “En esa época estaba él muy pelao y no era tan bueno. Ya se ha ido puliendo con los años”, puntualiza ella.

Después de superada la primera etapa de escarceos detrás de cualquier árbol, el juglar se acercó a la interpretación de las piezas más importantes del compositor Luis Enrique Martínez, quien estaba de moda en esa época y era la pluma consentida de todos los acordeoneros, que también eran cantantes, porque aún no se habían separado los dos roles vallenatos.

“Hace muchos años aparecieron los buenos cantantes y las personas que tocábamos el acordeón y cantábamos nos fuimos extinguiendo. Ya quedamos muy pocos. Luego se creó la moda del cantante como gran figura vallenata y eso se mantiene hasta nuestros días”, dice el artista. Su historia discográfica empezó con el tema El lirio rojo y cuando ya era un artista consolidado fue invitado por Antonio Fuentes, propietario de Discos Fuentes, para integrar el proyecto de Los Corraleros de Majagual.

Durante ese proceso fijó sus ojos en un joven irreverente y hasta irrespetuoso, pero con un talento casi inédito en las tierras caribeñas. Ese adolescente detrás del acordeón era Alfredo Gutiérrez, quien también hizo parte de la nómina de Los Corraleros de Majagual y con su voz hizo inmortal Los sabanales, una de las más queridas creaciones del juglar.

Charanga campesina, Muriendo lentamente, Listo Calixto, El yerno y la suegra, La plata y Mi color moreno, han sido algunas de las más importantes composiciones de Calixto Ochoa. Sin embargo, el maestro dice que las mejores aún no han salido al ruedo. “Hay muchas canciones mías que no han sido grabadas y eso ha sido por falta de tiempo. Desde que yo comencé a grabar, he estado muy ocupado, pero me gusta componer y hay mucho material mío que no ha sido tocado ni por Diomedes Díaz, ni por Jorge Oñate, ni por el mismo Alfredo Gutiérrez”, comenta, con la ilusión de tener el tiempo suficiente para escucharlas en una buena versión.

El Teatro Mayor está de leyenda

El Festival de la Leyenda Vallenata llega a su edición 45 rindiendo homenaje a Calixto Antonio Ochoa. Por segundo año consecutivo, el Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo será escenario del lanzamiento del evento con dos conciertos en los que participarán los reyes vallenatos 2011 en las diferentes categorías, un grupo de reyes vallenatos de años anteriores, el cantautor Gustavo Gutiérrez Cabello, la agrupación Los Niños del Vallenato de la Escuela Talento Vallenato Rafael Escalona Martínez y el Ballet Vallenato del Cesar. Algunos de los invitados serán: José María ‘Chema’ Ramos (1977), Gonzalo Arturo ‘El Cocha’ Molina (1990), Álvaro Meza Reales (2001), Navín López (2002) y Ciro Meza Reales (2003). Viernes 16 y sábado 17 de marzo, Teatro Julio Mario Santo Domingo, calle 170 Nº 67-51. Informes: 593 6300 y www.tuboleta.com.

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El cantante y acordeonero nacido en Valencia de Jesús (Cesar) se recupera de los quebrantos de salud que lo mantuvieron hospitalizado durante 45 días.

Calixto Ochoa estaba invitado al lanzamiento del Festival de la Leyenda Vallenata, pero por orden médica no podrá asistir.

Calixto Ochoa confiesa que una de las medicinas más efectivas en la actualidad no se toma en cápsula ni en jarabe. La dosis exacta ha sido saber que será uno de los personajes principales en el Festival de la Leyenda Vallenata, en su edición número 45. En este momento se recupera en su casa para asistir a Valledupar, entre el 27 de abril y el 1º de mayo, y escuchar algunas de sus más importantes creaciones en las voces de jóvenes que han hecho grande el género.

Para participar de esa fiesta, al juglar le tocó decir que no a otra invitación muy tentadora: estar en el Teatro Julio Mario Santo Domingo, en Bogotá, mañana y el sábado, durante el evento de lanzamiento del tradicional encuentro musical y hacer parte del selecto grupo que inclina la balanza hacia los reyes de reyes.

“Estoy juicioso haciéndome los tratamientos para ver si puedo ir a Valledupar. A Bogotá no puedo ir ya. El médico me lo tiene prohibido por el frío”, dice el maestro con una voz que evidencia el paro respiratorio que sufrió y del que se salvó gracias a los cuidados diarios de un grupo de expertos en las ciencias médicas, pero también gracias a la constancia de una experta en ternura y consentimiento, su esposa Dulzaide Bermúdez.

A ella le ha tocado estar pendiente de Calixto Antonio Ochoa y, además, le ha tocado responder gran parte de las entrevistas hechas al cantante y acordeonero nacido en Valencia de Jesús, en el departamento del Cesar, en 1934. Aprendió a tocar el instrumento mientras sus hermanos mayores se dedicaban a perfeccionar sus artes con el hacha y el machete en los infinitos sabanales que rodeaban la población.

El maestro comienza la respuesta y Dulzaide Bermúdez se encarga de darle el punto final. “Yo cogía el acordeón a escondidas cuando mis hermanos se iban a trabajar en el monte. Yo aprovechaba la ausencia de ellos para hacerme las ensayaditas. Ahí fui dándole, y poquito a poco. Ahí he aprendido bastante, creo yo”, explica él. “En esa época estaba él muy pelao y no era tan bueno. Ya se ha ido puliendo con los años”, puntualiza ella.

Después de superada la primera etapa de escarceos detrás de cualquier árbol, el juglar se acercó a la interpretación de las piezas más importantes del compositor Luis Enrique Martínez, quien estaba de moda en esa época y era la pluma consentida de todos los acordeoneros, que también eran cantantes, porque aún no se habían separado los dos roles vallenatos.

“Hace muchos años aparecieron los buenos cantantes y las personas que tocábamos el acordeón y cantábamos nos fuimos extinguiendo. Ya quedamos muy pocos. Luego se creó la moda del cantante como gran figura vallenata y eso se mantiene hasta nuestros días”, dice el artista. Su historia discográfica empezó con el tema El lirio rojo y cuando ya era un artista consolidado fue invitado por Antonio Fuentes, propietario de Discos Fuentes, para integrar el proyecto de Los Corraleros de Majagual.

Durante ese proceso fijó sus ojos en un joven irreverente y hasta irrespetuoso, pero con un talento casi inédito en las tierras caribeñas. Ese adolescente detrás del acordeón era Alfredo Gutiérrez, quien también hizo parte de la nómina de Los Corraleros de Majagual y con su voz hizo inmortal Los sabanales, una de las más queridas creaciones del juglar.

Charanga campesina, Muriendo lentamente, Listo Calixto, El yerno y la suegra, La plata y Mi color moreno, han sido algunas de las más importantes composiciones de Calixto Ochoa. Sin embargo, el maestro dice que las mejores aún no han salido al ruedo. “Hay muchas canciones mías que no han sido grabadas y eso ha sido por falta de tiempo. Desde que yo comencé a grabar, he estado muy ocupado, pero me gusta componer y hay mucho material mío que no ha sido tocado ni por Diomedes Díaz, ni por Jorge Oñate, ni por el mismo Alfredo Gutiérrez”, comenta, con la ilusión de tener el tiempo suficiente para escucharlas en una buena versión.

El Teatro Mayor está de leyenda

El Festival de la Leyenda Vallenata llega a su edición 45 rindiendo homenaje a Calixto Antonio Ochoa. Por segundo año consecutivo, el Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo será escenario del lanzamiento del evento con dos conciertos en los que participarán los reyes vallenatos 2011 en las diferentes categorías, un grupo de reyes vallenatos de años anteriores, el cantautor Gustavo Gutiérrez Cabello, la agrupación Los Niños del Vallenato de la Escuela Talento Vallenato Rafael Escalona Martínez y el Ballet Vallenato del Cesar. Algunos de los invitados serán: José María ‘Chema’ Ramos (1977), Gonzalo Arturo ‘El Cocha’ Molina (1990), Álvaro Meza Reales (2001), Navín López (2002) y Ciro Meza Reales (2003). Viernes 16 y sábado 17 de marzo, Teatro Julio Mario Santo Domingo, calle 170 Nº 67-51. Informes: 593 6300 y www.tuboleta.com.

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