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VolverVetto Gálvez convirtió unos versos antiguos en la canción más escuchada en Colombia
Fuente: El Tiempo | Fecha: 2004-05-18 | Visitas: 13018
Su voz, llena de sentimiento y unida a la sensualidad del piano logró que su nombre llegara hasta el publico latino de los Estados Unidos.
¿Puede haber algo más sensual que el romanticismo? Para Vetto Gálvez, quizás no. Y menos ahora cuando su versión al piano, lenta, seductora, de Mírame fijamente, un paseo vallenato compuesto por Tobías Enrique Pumarejo, hace 70 años, desplazó a la sensitiva Norah Jones del primer lugar de la lista de las composiciones más vendidas y escuchadas en las emisoras crossover del país.
“Mírame fijamente hasta cegarme, mírame con amor o con enojo, pero no dejes nunca de mirarme porque quiero morir bajo tus ojos. . .”
Son cientos, los hombres y mujeres que motivados por la magia de la canción redescubrieron que las frases sencillas y bonitas aún erizan la piel de la pareja. Entonces, comenzaron a pedirla en la radio, a distintas horas, una y otra vez.
Vetto, o mejor, Humberto Gálvez Miranda, lo supo hace tiempo. La propuso como tema musical de la telenovela La costeña y el cachaco, y después la incluyó en su segundo álbum, que se llama igual.
Es un romántico confeso, militante de las serenatas. Dio tantas en su impetuosa juventud, allá en Barranquilla, que hoy con autoridad afirma: “Pocas mujeres se resisten al embrujo abolerado de Sin ti o Perfidia”.
Está convencido de que el amor entra por los ojos, mirando fijamente, por eso cuando se ama profundamente, se refleja en ellos. “Busquen los ojos siempre”, sentencia.
“Cuando me miras, subo a los cielos porque tus ojos son dos estrellas, que me iluminan cual dos luceros el caminito de primavera. . .”
Este Vetto no se parece mucho a Beto Daza, aquel guajiro bebedor que en La costeña. . ., le amargaba la vida al rolo Antonio. Sus amigos de siempre, del curramberísimo barrio Olaya, en la calle 69 con carrera 35, festejaron noche a noche esas apariciones en la pantalla chica de igual manera a como antes celebraron sus incursiones como el Dr. Rentería en Las Juanas o Tito en Francisco el matemático.
Pero Humbertico, como le dicen en familia por ser el último de seis hermanos, no solo canta y actúa. A los 34 años también es un hombre de negocios con estudios de contaduría en la U. Autónoma del Caribe y de administración de empresas en Los Andes, que le han servido para manejar su propia compañía, JHnegocios.
“Esos ojazos me enloquecieron de tal manera con su mirar, que ya no puedo vivir sin verlos, lo que me obliga siempre a cantar. . . Mírame fijamente”.
Poesía simple y popular
Vive en Bogotá hace 13 años; llegó trasladado por el Banco Andino, en el que trabajaba como jefe nacional de Tarjeta de Crédito. Los fines de semana cantaba en Ramón Antigua, La Cabaña, Martín Fierro y otros bares-restaurantes para darle rienda suelta a su afición musical. Toca guitarra, gaita, tambora, acordeón, maracones y caja vallenata.
En la academia Charlotte recibió sus lecciones iniciales de actuación y los primeros pasos los dio en La Taxista y en Mascarada.
Está casado con Liliana, una bogotana que fue su novia por 7 años, y tienen un hijo de 5, llamado Sebastián. Si pudiera revivir a alguien, elegiría a su mamá, Adelina Miranda, fallecida en 1991 por un enfisema pulmonar: “Quisiera que pudiera disfrutar de todas las cosas que sus hijos estamos logrando”.
Logros al ritmo lento y seductor del piano de Andrés Gil y de su voz, que canta sobre alguien que quiere morir bajo unos ojos. . .
“He dado muchas serenatas con mi guitarra y espero seguir cantándoles a mujeres enamoradas”.
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Vetto Gálvez convirtió unos versos antiguos en la canción más escuchada en Colombia
Fuente: El Tiempo | Fecha: 2004-05-18 | Visitas: 13018
Su voz, llena de sentimiento y unida a la sensualidad del piano logró que su nombre llegara hasta el publico latino de los Estados Unidos.
¿Puede haber algo más sensual que el romanticismo? Para Vetto Gálvez, quizás no. Y menos ahora cuando su versión al piano, lenta, seductora, de Mírame fijamente, un paseo vallenato compuesto por Tobías Enrique Pumarejo, hace 70 años, desplazó a la sensitiva Norah Jones del primer lugar de la lista de las composiciones más vendidas y escuchadas en las emisoras crossover del país.
“Mírame fijamente hasta cegarme, mírame con amor o con enojo, pero no dejes nunca de mirarme porque quiero morir bajo tus ojos. . .”
Son cientos, los hombres y mujeres que motivados por la magia de la canción redescubrieron que las frases sencillas y bonitas aún erizan la piel de la pareja. Entonces, comenzaron a pedirla en la radio, a distintas horas, una y otra vez.
Vetto, o mejor, Humberto Gálvez Miranda, lo supo hace tiempo. La propuso como tema musical de la telenovela La costeña y el cachaco, y después la incluyó en su segundo álbum, que se llama igual.
Es un romántico confeso, militante de las serenatas. Dio tantas en su impetuosa juventud, allá en Barranquilla, que hoy con autoridad afirma: “Pocas mujeres se resisten al embrujo abolerado de Sin ti o Perfidia”.
Está convencido de que el amor entra por los ojos, mirando fijamente, por eso cuando se ama profundamente, se refleja en ellos. “Busquen los ojos siempre”, sentencia.
“Cuando me miras, subo a los cielos porque tus ojos son dos estrellas, que me iluminan cual dos luceros el caminito de primavera. . .”
Este Vetto no se parece mucho a Beto Daza, aquel guajiro bebedor que en La costeña. . ., le amargaba la vida al rolo Antonio. Sus amigos de siempre, del curramberísimo barrio Olaya, en la calle 69 con carrera 35, festejaron noche a noche esas apariciones en la pantalla chica de igual manera a como antes celebraron sus incursiones como el Dr. Rentería en Las Juanas o Tito en Francisco el matemático.
Pero Humbertico, como le dicen en familia por ser el último de seis hermanos, no solo canta y actúa. A los 34 años también es un hombre de negocios con estudios de contaduría en la U. Autónoma del Caribe y de administración de empresas en Los Andes, que le han servido para manejar su propia compañía, JHnegocios.
“Esos ojazos me enloquecieron de tal manera con su mirar, que ya no puedo vivir sin verlos, lo que me obliga siempre a cantar. . . Mírame fijamente”.
Poesía simple y popular
Vive en Bogotá hace 13 años; llegó trasladado por el Banco Andino, en el que trabajaba como jefe nacional de Tarjeta de Crédito. Los fines de semana cantaba en Ramón Antigua, La Cabaña, Martín Fierro y otros bares-restaurantes para darle rienda suelta a su afición musical. Toca guitarra, gaita, tambora, acordeón, maracones y caja vallenata.
En la academia Charlotte recibió sus lecciones iniciales de actuación y los primeros pasos los dio en La Taxista y en Mascarada.
Está casado con Liliana, una bogotana que fue su novia por 7 años, y tienen un hijo de 5, llamado Sebastián. Si pudiera revivir a alguien, elegiría a su mamá, Adelina Miranda, fallecida en 1991 por un enfisema pulmonar: “Quisiera que pudiera disfrutar de todas las cosas que sus hijos estamos logrando”.
Logros al ritmo lento y seductor del piano de Andrés Gil y de su voz, que canta sobre alguien que quiere morir bajo unos ojos. . .
“He dado muchas serenatas con mi guitarra y espero seguir cantándoles a mujeres enamoradas”.
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Vetto Gálvez convirtió unos versos antiguos en la canción más escuchada en Colombia
Fuente: El Tiempo | Fecha: 2004-05-18 | Visitas: 13018
Su voz, llena de sentimiento y unida a la sensualidad del piano logró que su nombre llegara hasta el publico latino de los Estados Unidos.
¿Puede haber algo más sensual que el romanticismo? Para Vetto Gálvez, quizás no. Y menos ahora cuando su versión al piano, lenta, seductora, de Mírame fijamente, un paseo vallenato compuesto por Tobías Enrique Pumarejo, hace 70 años, desplazó a la sensitiva Norah Jones del primer lugar de la lista de las composiciones más vendidas y escuchadas en las emisoras crossover del país.
“Mírame fijamente hasta cegarme, mírame con amor o con enojo, pero no dejes nunca de mirarme porque quiero morir bajo tus ojos. . .”
Son cientos, los hombres y mujeres que motivados por la magia de la canción redescubrieron que las frases sencillas y bonitas aún erizan la piel de la pareja. Entonces, comenzaron a pedirla en la radio, a distintas horas, una y otra vez.
Vetto, o mejor, Humberto Gálvez Miranda, lo supo hace tiempo. La propuso como tema musical de la telenovela La costeña y el cachaco, y después la incluyó en su segundo álbum, que se llama igual.
Es un romántico confeso, militante de las serenatas. Dio tantas en su impetuosa juventud, allá en Barranquilla, que hoy con autoridad afirma: “Pocas mujeres se resisten al embrujo abolerado de Sin ti o Perfidia”.
Está convencido de que el amor entra por los ojos, mirando fijamente, por eso cuando se ama profundamente, se refleja en ellos. “Busquen los ojos siempre”, sentencia.
“Cuando me miras, subo a los cielos porque tus ojos son dos estrellas, que me iluminan cual dos luceros el caminito de primavera. . .”
Este Vetto no se parece mucho a Beto Daza, aquel guajiro bebedor que en La costeña. . ., le amargaba la vida al rolo Antonio. Sus amigos de siempre, del curramberísimo barrio Olaya, en la calle 69 con carrera 35, festejaron noche a noche esas apariciones en la pantalla chica de igual manera a como antes celebraron sus incursiones como el Dr. Rentería en Las Juanas o Tito en Francisco el matemático.
Pero Humbertico, como le dicen en familia por ser el último de seis hermanos, no solo canta y actúa. A los 34 años también es un hombre de negocios con estudios de contaduría en la U. Autónoma del Caribe y de administración de empresas en Los Andes, que le han servido para manejar su propia compañía, JHnegocios.
“Esos ojazos me enloquecieron de tal manera con su mirar, que ya no puedo vivir sin verlos, lo que me obliga siempre a cantar. . . Mírame fijamente”.
Poesía simple y popular
Vive en Bogotá hace 13 años; llegó trasladado por el Banco Andino, en el que trabajaba como jefe nacional de Tarjeta de Crédito. Los fines de semana cantaba en Ramón Antigua, La Cabaña, Martín Fierro y otros bares-restaurantes para darle rienda suelta a su afición musical. Toca guitarra, gaita, tambora, acordeón, maracones y caja vallenata.
En la academia Charlotte recibió sus lecciones iniciales de actuación y los primeros pasos los dio en La Taxista y en Mascarada.
Está casado con Liliana, una bogotana que fue su novia por 7 años, y tienen un hijo de 5, llamado Sebastián. Si pudiera revivir a alguien, elegiría a su mamá, Adelina Miranda, fallecida en 1991 por un enfisema pulmonar: “Quisiera que pudiera disfrutar de todas las cosas que sus hijos estamos logrando”.
Logros al ritmo lento y seductor del piano de Andrés Gil y de su voz, que canta sobre alguien que quiere morir bajo unos ojos. . .
“He dado muchas serenatas con mi guitarra y espero seguir cantándoles a mujeres enamoradas”.