Entrevista con Adolfo Pacheco Anillo, el 'sabanero grande'

Este sanjacintero tiene una fama bien ganada por canciones ya legendarias que compuso como La hamaca grande, El viejo Miguel, El mochuelo y Mercedes.

A Adolfo Pacheco Anillo la inspiración le llegó desde muy joven y como buen sabanero se convirtió en un narrador de historias, un compositor de anécdotas, un intelectual de la música.

Tiene 65 años de edad y se declara un hombre feliz. El miércoles pasado estaba radiante: la Fundación de la Leyenda Vallenata lo distinguió como rey vitalicio de la canción junto con Emiliano Zuleta Baquero, Rafael Escalona, Leandro Díaz, Calixto Ochoa y Tobías Enrique Pumarejo (fallecido).

¿Satisfecho con la distinción?

Estoy feliz. Me siento halagado. Al principio los ideólogos del vallenato no me aceptaban porque pensaban que como defendía la música sabanera estaba en contra de la de acá, pero era todo lo contrario. Sólo quería que se reconocieran los dos valores. Nosotros musicalmente practicamos el vallenato, pero tenemos nuestro paseo, que es diferente al de la región del Cacique Upar y que tiene otras influencias. Yo me atrevo a apostar que el paseo lírico o romántico tiene influencia de la Sabana".

Ya que toca el tema del paseo lírico, ¿qué piensa de la polémica del quinto aire?

El paseo lírico siempre ha existido, es una composición que ya no sólo tiene sextetos, cuartetos, sino que además de coro y estribillo posee una cantidad de partes musicales. Ese paseo fue implantado por Gustavo Gutiérrez y es el que viene a desplazar al clásico vallenato. Otra cosa es el 'balanato' o el vallenato llorón, que surge, dicen entendidos, a partir de Vives. Yo creo, en cambio, que es producto de la música sabanera, porque nosotros no nos limitábamos en el acordeón. Usted escucha una canción de Alfredo Gutiérrez, Calixto Ochoa y encuentra un sentimiento de bolero, ranchera.

¿Entonces respalda la evolución de la música vallenata?

La música es andante, caminante, renovable. No se puede desconocer que aquí ha habido una evolución y hay que aceptarla. Creo que el error es seguir creyendo que todo lo que suene en acordeón es vallenato. Quizá muchas de las nuevas composiciones deberían estar en otro género.

¿En ese proceso de evolución de la música vallenata qué es lo que más lamenta?

Me entristece que se hayan acabado los conjuntos donde el acordeonero también cantaba y componía, como sucedía con Alejo Durán, Enrique Martínez, Nicolás 'Colacho' Mendoza. En la desaparición de los trovadores, como creo debe llamárseles, pudo influir el Festival, porque permitió, en 1972 que el acordeonero Miguel López se presentara con un cantante. Me alegra que ahora estén tratando que los acordeoneros vuelvan a cantar. No obstante hay que resaltar que se perdió la figura del trovador, pero se consiguió un mayor dominio del acordeón.

¿Y de la música sabanera qué podemos decir?

Se ha ido perdiendo y está dejándose influenciar por el vallenato. Usted ve que en esta región ya no dicen Festival Sabanero, sino Vallenato, pero le ponen porro y cumbia. Los ideólogos de allá son inferiores a los de Valledupar. Además hay que reconocer que los de acá tomaron fuerza porque contaron siempre con mucha relación por lo alto, con el ex presidente López Michelsen y una gran ejecutiva como lo fue Consuelo Araújonoguera. Recuperar la cultura musical de la Sabana es difícil porque el Estado no invierte y las alcaldías lo que hacen es promover festivales en los que predomina más el aspecto recreativo, que el rescate de las tradiciones.

¿Ha seguido componiendo?

Comencé a componer muy joven, antes de los 20 años, y lo hice hasta el año 76. Después me fui a estudiar derecho. Me casé y abandoné la interpretación de tajo. Me fui de San Jacinto y quemé las naves. Suspendí el conjunto, vendí todo lo que tenía y duré 5 años en receso. En ese tiempo sólo compuse una o dos canciones. Después me volví un burócrata. Me reintegré a esta vida artística en el año 2000, cuando me rescató aquella gente que gozó conmigo en la época de los 70. Ahora estoy componiendo de nuevo y actuando. Yo no me dejo vencer. Tengo muchas canciones que no pegaron y estoy haciéndoles arreglos, para presentarlas de nuevo a las disqueras.

¿En esta etapa de su vida con qué sueña?

Quisiera escribir un libro, actuar y trasnochar menos por el bien de mi salud, y viajar, pero para eso necesito el respaldo económico y resulta que todavía no me llega la pensión, a pesar de haberla tramitado hace cuatro años.

¿Se vive de la música?

Bueno, yo estoy viviendo de la música, sin que me alcance. Yo debería estar en mejor condición. Creo que me falta la pensión, porque tampoco soy un enamorado del dinero. Sólo quiero tener un respaldo económico que me permita atender a mi familia y a mi dignidad, porque eso es lo que pierden muchos músicos cuando bajan económicamente.

¿Si Dios le diera otra oportunidad de vida, volvería a ser músico?

Quizá me dedicaba a eso, pero estudiaba en un conservatorio. Yo creo que no me equivoqué al elegir ser músico, porque es lo que me gusta.

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