12 Años de la Trágica Desaparición del Ultimo Soberbio del Acordeón ‘El Fuete’ Juancho Rois
Fuente: José Gregorio Rois Zúñiga - Abel Medina Sierra | Fecha: 2006-11-20 | Visitas: 7631
“A penas asomaba a su pubertad cuando ya sus cortos dedos se posaban sobre el teclado de un acordeón diatónico de dos hileras, para dar paso al último soberbio del acordeón”
Juancho Rois nacido en San Juan del Cesar, La Guajira, un 25 de diciembre de 1958, cumple hoy 21 de noviembre 12 años de su trágica desaparición ocurrida en el sitio denominado “El Tigre” de la Republica Bolivariana de Venezuela. Este joven valuarte se constituyó en la nueva revelación del folklor en lo concerniente a la ejecución del acordeón, adoptando un estilo renovador “formateado” entre el clásico vallenato y el merengue dominicano que interpretara Ángel Vitoria. Juancho era un acordeonero de nota fina, ágil, versátil, admirador de Alfredo Gutiérrez, quien para la época juvenil de Rois era el artista del momento, por su magistral forma de tocar el acordeón. Fue así como en una parranda en San Juan, Alfredo le dio la oportunidad de ejecutar su acordeón y Juancho le toca “El Troyano de la Sabana”, tema grabado por Gutiérrez y fue tanta la admiración que manifestó, “cuando este jovencito tenga mi edad ya yo no estaré por estos lares”, como diciendo este será mi reemplazo, por la manera tan limpia como armonizaba la melodía de la canción.
La riqueza musical de “El Fuete” como se le conoció en el ámbito folklórico era tema de conversación entre los músicos clasistas que venían acostumbrados a la rutina melódica de los grandes juglares de nuestro folklor. Rois logro convencerlos con su nuevo estilo innovador creando así una escuela para las futuras generaciones que siguieron Omar Geles, Franco Argüelles y Víctor Rey Reyes entre otros.
SUS INICIOS
Juan Humberto Rois Zúñiga, su nombre de pila, comienza su carrera artística a la edad de 18 años cuando se presenta en el festival de la Junta, corregimiento de San Juan del Cesar, La Guajira, en el concurso de acordeoneros, ocupando el primer lugar. Y como mandado de Dios allí entre los jurados estaba quien fuese su primer cantante Juan Piña Valderrama con quien en el año 1977 por concejos de Israel Romero y Rafa Orozco, graban el Largo Duración “El Fuete” en la casa CODISCO. Pero antes de esa grabación también obtuvo el primer lugar en el festival de Barrancas, confirmándose como un acordeonero de futuro.
La producción El Fuete fue la plataforma musical para Rois quien en cada canción mostraba su versatilidad, su creatividad para ejecutar el acordeón sin esforzarse, porque pareciera que no abriera el fuelle, era un vaivén frágil entre sus brazos acompañados por su elegancia.
Juancho Rois y Juan Piña solo graban una producción ya que por compromisos con su orquesta Piña no podía seguir al lado de “El Fuete”.
Pero ya Rois se había presentado en sociedad con el folklor y llega su segunda oportunidad; al lado de un joven, que también venia escalonando en el canto, “El Cacique de la Junta”, Diomedes Díaz Maestre. Ellos realizan, para los entendidos del mundo vallenato, la mejor producción musical denominada La Locura, con éxitos como Lluvia de Verano, El Alma en un Acordeón, Lo Más Bonito, entre otros temas; de allí arranca la carrera vertiginosa de “El Fuete” Juancho Rois ya que logra grabar al lado de Elías Rosado La Fuetera en 1979, con Jorge Oñate González graba 6 larga duraciones entre 1981 y 1985, logrando así su madurez musical y consagrándose como el mejor acordeonero versátil del género Vallenato. Culmina su carrera artística al lado de aquel joven que venia “pidiendo vía” para hacerse el artista más grande que ha dado la música vallenata, si, ese joven es Diomedes Díaz Maestre, con quien hace la pareja perfecta del folkor de Francisco El Hombre y la Provincia de Padilla, grabando 7 producciones entre 1987 y 1994, para un total de 16 en su carrera artística.
El SER HUMANO
Indiscutiblemente, para ser un buen profesional hay que ser una buena persona y Juancho Rois cumplió con ese cometido, en vida aunque fue muy porfiado era respetuoso, jovial, sencillo, amante del fútbol, su Júnior y Brasil eran su pasión, familiar, amigos de sus amigos si no que lo digan el Caballo Castillo, Ali Guerrero, Jairo Pava, Roberto Calderón, Edgar Perea en Barranquilla, Isaac León Duran, Julio Díaz, Joaco y Uldarico Guillen en Valledupar, La Flotica y la Tropilla en San Juan del Cesar y así en cada rincón de Colombia, un ser humano cabal. Además, era un hombre “mamador de gallo” con sus amigos y familiares. Recuerdo una vez en Barranquilla, después de un compromiso musical a lado de Diomedes, nos fuimos al Hotel Cadebia con Juancho, Sandro Zuchine y El Conde Alario, cual de los cuatro mas comelón, una ternera nos que daba pequeña, a eso de las 7:00 p.m. dice Rois “aja y que vamos a comer”, le contesta Conde, vamos a bajar haber que hay, cuando estábamos en la piscina nos llevan el menú y de inmediato Rois pide un cóctel de langostino, Sandro y Conde como siempre le siguen y piden lo mismo, yo a diferencia de ellos y como buen comedor de pastas me sorprendió un plato llamado “Espagueti al Burro” y lo pedí. Rois me quedo viendo y dice hijo nos fregó Jose, mientras saboreaban su cóctel, llega el mesero con tremendas ollas y el silencio fue total, me colocaron varios platos de diferente tamaños y Juancho angustioso por ver que era lo que iba a comer, cuando el mesero abre la olla mas grande y con un cucharón que parecía una pala saca el espagueti en su color natural y lo coloca en mi plato, luego pone en uno de los platos vacíos el pan tajado y en otro el queso, yo quedo esperando las salsas y Rois le pregunta al mesero y que mas viene allí?, este contesta, mas nada. Pá que fue eso, comienza “El Fuete a burlarse de mi pedido y dice: ahí tenei por hambriento, cogé, volvé por otra, comete El Burro y deja el espagueti, oíte.
Todavía a pesar de los años seguimos añorando la personalidad y su magistral manera de ejecutar el acordeón. Juancho Rois sigue brindándonos alegría desde el cielo con sus notas melodiosas y como dijera “El Cacique”: Juanchoooo…una exclamación de afecto y cariño, para el último Soberbio del Acordeón.