Calixto Ochoa leyenda viva del vallenato

Si la vida fuera estable todo el tiempo
yo no bebería ni malgastaría la plata,
pero me doy cuenta que la vida es un sueño
y antes de morir es mejor aprovecharla.

El hombre que toda su vida ha convertido en cantos lo que gira a su alrededor, dando a conocer las realidades del territorio Caribe y hasta por arte de magia musical llevó al amigo “Chan” a Estados Unidos, cumple 81 años de vida.

Ese es Calixto Antonio Ochoa Campo, Rey Vallenato en 1970, quien acumula esa cantidad de años que suman más de 29 mil 565 días. Su nacimiento fue en Valencia de Jesús, en ese entonces departamento del Magdalena, hoy Cesar, el martes 14 de agosto de 1934.

Su vida desde el punto de vista que se le mire respira música y el amor corre por sus venas con nombres de mujer, de naturaleza, de amigos, de vida y de detalles que dibujaba con una facilidad asombrosa en su mente hasta llegar a producir más de mil canciones.

En Sincelejo donde vive desde 1956, el maestro Calixto Ochoa atendió la entrevista vía celular y al indagarle por su nuevo cumpleaños manifestó: “La vida me sigue premiando con más años aunque estuve a punto de volar para el más allá. Dios sabe lo que hace y ahora me acuerdo que en una canción dije que la vida era un remolino, y un molino que da vueltas y vueltas”.

Entonces hace una pausa y se le pregunta sobre sus inicios en la música. “Tomaba el acordeón a escondidas cuando mis hermanos se iban a trabajar al campo. Fui poco a poco hasta que me engomé y le sacaba melodías y vea hasta donde llegué. De las canciones la primera que hice fue “El plan de Sala” y entre las que estaba haciendo cuando me enfermé están “La araña” y “Que me calle la boca” que son jocosas”.

Continúa hablando y señala que tiene más de 50 canciones inéditas. “Me he quedado quieto por mis males de isquemia y de insuficiencia renal, pero tengo la idea de seguir componiendo. Tengo una cantidad de temas en la mente que están que salen corriendo”.

Se le hace entrar al vallenato de ayer y de hoy y señala. “Ahora, no se sabe quien canta, ni quien toca, casi todos son iguales y la mayoría de canciones son inventadas, no como antes que eran puras vivencias, pero si digo que cada uno en su tiempo y respeto lo que hacen ahora los jóvenes. Lo que si me preocupa es que el verdadero vallenato lo vayan borrando con el paso del tiempo, y resaltó el trabajo de la Fundación Festival de la Leyenda Vallenata que es la ventana ideal para su conservación a través del Festival Vallenato donde gané en 1970 interpretando canciones propias”.

Entonces entra en el plano de su trabajo como juglar de Valencia de Jesús. “Por ejemplo, para la historia dejo muchas canciones netamente vallenatas, aunque por mis inquietudes musicales le jalé mucho a otros aires y compuse: “La charanga campesina”, “Compae menejo”, “El calabacito alumbrador” y “El africano”, entre otras para no alargar la lista”.

Con toda la calma del caso va contando todo lo que le ha merecido el mayor reconocimiento. “Para componer no tenía horas. Lo hacía en cualquier momento y la mayoría de veces el centro eran las mujeres, incluso con nombres propios. Fui un hombre parrandero y mujeriego. Para componer con motivo y con razón era como prender un fósforo”. Entonces se le escuchó reírse.

Enseguida se le indaga sobre cuando tomará nuevamente el acordeón. “Esa si está quieta, pero en cualquier momento vuelvo y la sobo para que me regale nuevas melodías. El acordeón es como la mujer, hay que pechicharla para sacarle alegrías”.

En medio del recuerdo del ascenso en edad dice que tiene dos facetas que explica de manera rápida y concisa: “Llegar a esta edad alegra y enguayaba al mirar esos tiempos idos donde la familia y los amigos jugaron un papel importante para llegar lejos. No sé cómo decir porque hasta el corazón palpita de emoción y nostalgia. Gracias a todos por no olvidarme, por llevarme en sus oraciones y seguir escuchando mis canciones interpretadas por distintos cantantes”.

Como no la tengo escrita,
les voy a contar señores
a contar mi biografía desde niño hasta esta parte
soy hijo de gente pobre, honrada y trabajadora
y así luchando la vida me levantaron mis padres.

Por los caminos del alma…

Al final se le pregunta sobre algo que quisiera acotar en sus 81 años de vida. Se queda callado a la distancia y entonces sorprende con su respuesta: “Las palabras nunca alcanzan cuando lo que hay que expresar desborda los caminos del alma”.

Un nuevo silencio y su señora Dulzaide Bermúdez, dice: “El maestro está llorando”. Eran las lágrimas del Rey Vallenato, de “El Negro Cali”, del hijo de Valencia de Jesús y del hombre que escribió en el pentagrama de su corazón más de mil bellas canciones vallenatas.

Muy bien lo dijo Luis Francisco “Geño” Mendoza en su canción “Festival Vallenato”: “De Calixto no hay que hablar, su talento es conocido”. Y lo corroboró Consuelo Araujonoguera al pintarlo de pies a cabeza: “Calixto Ochoa…es extraordinario, es el representante de la clase vallenata que tiene sabor a tierra, a boñiga, a ganado, a campo, a trabajo, a sudor, a esfuerzo. Yo, diría que Calixto Ochoa, es lo más auténtico dentro de la música vallenata”.

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