Veintidós años después Clara Cabello sigue casada con el recuerdo de Rafael Orozco
Fuente: Crónica Por Juan Rincón Vanegas | Fecha: 2014-06-12 | Visitas: 13532
Del jueves 11 de junio de 1992, al miércoles 11 de junio de 2014, han pasado 22 años desde que en Barranquilla le segaron la vida al cantante Rafael José Orozco Maestre. A pesar del tiempo, su esposa Clara Elena Cabello Sarmiento lo sigue recordando como el primer día.
La complejidad de su cerebro se ha estacionado con el paso de los años y todo se resume en palabras, lágrimas y sonrisas, teniendo como marco preferencial al hombre que le pintó las más bellas acuarelas de amor.
Precisamente, uno de esos detalles quedó escrito en una postal que él le regaló el sábado 29 de noviembre de 1975, donde le escribió: “Mi amor. Tú eres para mí el aire que respiro. Lo más lindo del mundo. Tú eres todo para mí. Te adoro”.
Lo anterior llegó con una bella flor que ahora está disecada y es el testimonio más grande de un amor que traspasó las fronteras del alma. Clara y “Rafa” se querían tanto que los fuertes destellos del sentimiento los llevaron a casarse en Barranquilla el viernes cinco de marzo de 1976.
Ya llega la mujer que yo más quiero
por la que me desespero
y hasta pierdo la cabeza.
Clara!!!
El nombre de Clara Elena Cabello quedó pegado a ese magistral verso. Ella, todavía llora al recordar la famosa canción titulada “La creciente”, que tiene como gran connotación ser la presentación en sociedad de esos amores, y cuyo nombre se adecuaba a todo lo que palpitaba en sus corazones: era como una creciente corriendo a la par con la felicidad que los arropaba.
Como algo sobrenatural, en la casa de Clara Cabello y de sus hijas Kelly Johana, Wendy y Loraine, a pesar del paso infalible del tiempo no han dejado de encontrarse de frente la alegría con la tristeza. Mientras, en todos los cuadros y portarretratos que adornan las paredes y mesas de centro, Rafael Orozco aparece sonriendo, ellas no se cansan de llorarlo y recordarlo.
Cuando a Clara se le pide que defina en pocas palabras a Rafael Orozco, no lo piensa mucho y lo retrata como un hombre detallista, tierno, juguetón y al que le gustaba hacerse sentir.
“A “Rafa”, nunca lo olvidaré. Lo recuerdo tal como era. Un ser maravilloso, feliz, lleno de vida, con muchos planes, tanto en lo familiar, como en lo musical. Así como su familia no lo ha olvidado, sus miles de seguidores tampoco, y son infinitos los testimonios de cariño y admiración que recibo”.
De esa forma, el alimento de los recuerdos tiene cientos de facetas de dolor y alegría que son la materia prima para que nunca lo saquen de sus corazones y sea inmortal, tal como se lo profetizó su amigo Fabio Poveda Márquez.
El diálogo trascurría en medio de tantas y tantas historias, y todas aterrizaban en la figura del hombre que no se ha cansado de sonreír. Entonces Clara, después de hilvanar nuevos pensamientos, asevera que “Rafa, amaba como ninguno a sus hijas. Eran su adoración, se desvivía por ellas y siempre que salía me decía: Mami, mi amor, cuidado con las niñas, cuídalas, no las descuides”. En ese instante, Clara no aguanta la presión del recuerdo y vuelve a llorar.
El tiempo pasa, y los recuerdos están detenidos en distintos puntos de la geografía del sentimiento y, para Clara Elena Cabello, como ayer, le sigue gustando la canción que Rafa le dedicó, “Sólo para ti”: “Yo siento que te he querido, y te quiero más”.
También, en la lápida de su tumba ella mandó a esculpir la imagen de “Rafa” cantando, donde aparece sonriendo, así como ella lo tiene pintado en su memoria, con la letra original de la canción que en uno de sus apartes dice:
Lo mejor que me ha pasado en toda mi vida
ha sido tenerte a ti como compañera,
me has dado cosas tan bellas, como mis hijas
que vivo y doy mi vida sólo por ellas.
Recuerdos en la ausencia
La palabra “Recuerdos” giró siempre en torno al paso de los años de la partida de Rafael Orozco. “22 años, son 22 años como si fuera un tiempo largo, para nosotros que nos hemos acostumbrado a vivir con el dolor, con las tristezas por la falta del ser que queremos, parece que el tiempo no hubiera pasado”, indica Clara Cabello.
Todo lo sintetiza al mirar para un rincón de la casa donde posa un osito de peluche que “Rafa” le regaló cuando estaban de novios.
Toma un pequeño respiro y continúa: “A “Rafa” lo recuerdo todos los días y además de las tres hijas, me dejó su amor que me sigue manteniendo a través de los recuerdos que han sido vitales en ésta ausencia. Cada día que nace lo recuerdo y está conmigo en mi mente, en mi corazón y lo añoro con su alegría”.
Al momento de escoger un detalle, de aquellos guardados en su corazón y en muchos espacios de la casa, y donde Rafael Orozco se pinta de cuerpo entero, de inmediato no pudo encontrarlo. Tarea difícil para una mujer eternamente enamorada. Estando en esas, miró hacía la mesa de centro y encontró la solución.
Tomó la flor disecada, esa que fue uno de los primeros detalles que recibió, y la puso en su pecho. Ese sitio era el ideal porque escenificaba el amor florecido que la muerte no ha podido marchitar.
La pausa fue prolongada, y había que respetar el silencio que tenía la esencia de mil palabras pintadas en su rostro.
Enseguida ubica a Rafael Orozco, en su arte, cantante vallenato, y expresa que “El vallenato era su vida y quería que llegara lejos. Esa tarea no la pudo concluir, pero sus colegas, seguidores y amigos no se han cansado de elogiarlo, especialmente Diomedes Díaz Maestre, quien siempre vivió agradecido por haberle grabado la canción “Cariñito de mi vida”, además de bautizarlo “El Cacique de La Junta”, apelativo que lo identificó por siempre”.
Ese cariño de sus colegas y seguidores se ve reflejado en distintos escenarios, especialmente en los conciertos, y en el camposanto donde el día de su cumpleaños, 24 de marzo, se lo celebran con música, torta y gaseosa. “No tengo como pagar ese gesto tan bonito de sus miles de seguidores. Cada vez que voy a su tumba lo encuentro acompañado. Nunca está sólo y eso se debe a que no lo han olvidado”, indica Clara.
Ella, unida a sus hijas, no se cansan de recibir muestras de cariño que le indican que la ejecutoria musical de Rafael Orozco no ha perdido vigencia, y a través de los medios de comunicación sus canciones y sus historias toman fuerza, como aquel interminable concierto en los carnavales de Barranquilla de 1988 que le otorgó el Congo de Oro al Binomio de Oro, donde el paseo “Que será de mi” se hizo interminable, como se ha perpetuado el recuerdo del célebre artista.
Y que será de mi vida sin ti
que será sino puedo vivir,
que será de tu vida sin mi
que será…
Los episodios habían dado distintas vueltas, pero siempre caían en el mismo lugar donde las lágrimas se pasearon libremente por el rostro de Clara Cabello. Ella, estaba serena, pero de repente entregó una confesión salida de lo más profundo de su alma: “Siempre he soñado que “Rafa” aparezca para abrazarlo y ponerme feliz. Espero que en la otra vida nos encontremos, y seguir disfrutando del amor que nos tenemos. Dios quiera que se haga ese milagro”.
No había lugar para más preguntas, todo estaba dicho y nuevamente la figura central fue Rafael José Orozco Maestre, el hijo de Rafael Orozco Fernández y Cristina Maestre, nacido en Becerril, Cesar, el 24 de marzo de 1954, quien se despidió de la vida dejando una estela de tristeza y unos bellos cantos sembrados en el corazón de los amantes del folclor vallenato.
Cualquier momento es preciso para amar
a una persona
no importa el tiempo
la distancia o el lugar
si se quiere demostrar
cuanto se añora.
Cualquiera puede con un beso nada más
cambiar la historia,
no existe un alma que ante una expresión de amor
no le diga al corazón, comienza ahora.