Por un error involuntario, el samario Carlos Vives tendrá que modificar la carátula de Clásicos de la provincia II con tan sólo un par de meses de presencia en el mercado discográfico.

En los créditos de este álbum, que ha tenido ventas millonarias en el país, se le atribuye a Julio de la Ossa la creación de La colegiala, cuando su verdadero autor es Rubén Darío Salcedo, quien se encargó de comunicarse, de inmediato, con los productores del artista caribeño para mostrarles su equivocación.

El compositor, muy molesto con lo que había sucedido, se tomó su tiempo para adjuntar las pruebas que lo acreditaban como el autor de esos versos. En este período de búsqueda logró ubicar a la mujer que inspiró aquellas líneas: Aidé Sofía Núñez, una sucreña que habita en el barrio Las Margaritas, en Sincelejo, y que en la actualidad tiene 44 años. Salcedo, por si quedaba algún asomo de duda, puso en contacto directo a la dama con las personas encargadas de la producción del registro.

Al ver las pruebas tan contundentes, a Vives no le quedó más remedio que reconocer el error. Ofreció escusas al verdadero autor y a su musa inspiradora, y les garantizó que en pocos días cambiaría la carátula del exitoso disco sin importar los gastos que ese procedimiento llegara a representar.

Pero la promesa no paró ahí, pues Carlos Vives se comprometió a asumir el pago de la totalidad de las regalías a las que el compositor tiene derecho por concepto de Sayco y Acinpro. Durante la amistosa charla entre los dos juglares del vallenato, Carlos Vives le dijo a Rubén Darío Salcedo que, gracias a sus bondades como creador de versos y a sus calidades como ser humano, tenía pensado incluir en su próximo álbum dos versiones bien contemporáneas de sus clásicos Ay Elena y Corazón de acero. Tocará esperar a ver si lo que empezó como una queja termina como una gran fiesta vallenata.

Por un error involuntario, el samario Carlos Vives tendrá que modificar la carátula de Clásicos de la provincia II con tan sólo un par de meses de presencia en el mercado discográfico.

En los créditos de este álbum, que ha tenido ventas millonarias en el país, se le atribuye a Julio de la Ossa la creación de La colegiala, cuando su verdadero autor es Rubén Darío Salcedo, quien se encargó de comunicarse, de inmediato, con los productores del artista caribeño para mostrarles su equivocación.

El compositor, muy molesto con lo que había sucedido, se tomó su tiempo para adjuntar las pruebas que lo acreditaban como el autor de esos versos. En este período de búsqueda logró ubicar a la mujer que inspiró aquellas líneas: Aidé Sofía Núñez, una sucreña que habita en el barrio Las Margaritas, en Sincelejo, y que en la actualidad tiene 44 años. Salcedo, por si quedaba algún asomo de duda, puso en contacto directo a la dama con las personas encargadas de la producción del registro.

Al ver las pruebas tan contundentes, a Vives no le quedó más remedio que reconocer el error. Ofreció escusas al verdadero autor y a su musa inspiradora, y les garantizó que en pocos días cambiaría la carátula del exitoso disco sin importar los gastos que ese procedimiento llegara a representar.

Pero la promesa no paró ahí, pues Carlos Vives se comprometió a asumir el pago de la totalidad de las regalías a las que el compositor tiene derecho por concepto de Sayco y Acinpro. Durante la amistosa charla entre los dos juglares del vallenato, Carlos Vives le dijo a Rubén Darío Salcedo que, gracias a sus bondades como creador de versos y a sus calidades como ser humano, tenía pensado incluir en su próximo álbum dos versiones bien contemporáneas de sus clásicos Ay Elena y Corazón de acero. Tocará esperar a ver si lo que empezó como una queja termina como una gran fiesta vallenata.

Por un error involuntario, el samario Carlos Vives tendrá que modificar la carátula de Clásicos de la provincia II con tan sólo un par de meses de presencia en el mercado discográfico.

En los créditos de este álbum, que ha tenido ventas millonarias en el país, se le atribuye a Julio de la Ossa la creación de La colegiala, cuando su verdadero autor es Rubén Darío Salcedo, quien se encargó de comunicarse, de inmediato, con los productores del artista caribeño para mostrarles su equivocación.

El compositor, muy molesto con lo que había sucedido, se tomó su tiempo para adjuntar las pruebas que lo acreditaban como el autor de esos versos. En este período de búsqueda logró ubicar a la mujer que inspiró aquellas líneas: Aidé Sofía Núñez, una sucreña que habita en el barrio Las Margaritas, en Sincelejo, y que en la actualidad tiene 44 años. Salcedo, por si quedaba algún asomo de duda, puso en contacto directo a la dama con las personas encargadas de la producción del registro.

Al ver las pruebas tan contundentes, a Vives no le quedó más remedio que reconocer el error. Ofreció escusas al verdadero autor y a su musa inspiradora, y les garantizó que en pocos días cambiaría la carátula del exitoso disco sin importar los gastos que ese procedimiento llegara a representar.

Pero la promesa no paró ahí, pues Carlos Vives se comprometió a asumir el pago de la totalidad de las regalías a las que el compositor tiene derecho por concepto de Sayco y Acinpro. Durante la amistosa charla entre los dos juglares del vallenato, Carlos Vives le dijo a Rubén Darío Salcedo que, gracias a sus bondades como creador de versos y a sus calidades como ser humano, tenía pensado incluir en su próximo álbum dos versiones bien contemporáneas de sus clásicos Ay Elena y Corazón de acero. Tocará esperar a ver si lo que empezó como una queja termina como una gran fiesta vallenata.